Despierta ya, marinero de luces
no observes más triste la bahía
recordando aquellas miradas dulces
y como te arropaba su alegría,
su cuerpo que acariciaban las olas
donde soñar toda la noche y día.
Adornabas sus trajes con caracolas
y si a su puerto te sentías anclado
fue con bellos claveles y amapolas.
Acabó el salitre perfumado
ahora sólo luna, mar y barcas solas
dan fe que tu corazón está ahogado.
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